Israel-Hezbolá: Tambores de Guerra en Oriente Medio

Escrito por:
Dylan J. Pereira
[email protected]

Pese al inicio de la celebración del 79º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, enfocado en revitalizar el multilateralismo en un momento de crisis multidimensional global, la escalada en Oriente Medio sigue intensificándose. A pocos días de cumplirse un año de la Guerra en Gaza, tras los ataques de Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023, catalogado como un acto terrorista y por ende condenado ampliamente por la comunidad internacional, parece abrirse un nuevo frente al Norte de Israel, contra Hezbolá, un grupo islamista respaldado por Irán con una de las fuerzas paramilitares más poderosas de Medio Oriente, que, en respaldo a Hamas, el 8 de octubre de ese mismo año también disparaba misiles contra Israel.


La contraofensiva israelí gozaba de un amplio respaldo internacional en las primeras horas, dentro del principio y derecho a la autodefensa. Hoy ese respaldo se ha erosionado y la acción liderada por el gobierno de Netanyahu es ampliamente cuestionada ante los reportes de organizaciones humanitarias -incluida la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos- de violaciones sistemáticas al derecho internacional humanitario, que es un imperativo permanente en cualquier conflicto armado. 

Han sido meses de un amplio despliegue diplomático para lograr un alto al fuego, que de paso a eventuales negociaciones de paz, basado en la solución de los dos Estados, Israel y Palestina y a la liberación de los rehenes cautivos por Hamás. 

Lo cierto es que esta alteración del “equilibrio de seguridad” como lo ha catalogado el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, es un capítulo más en esta terrible historia de 76 años de conflictos desde la Guerra árabe-israelita en 1948, tras la Declaración de Independencia de Israel, cuando el Líbano se unió a otros estados árabes de la región en la guerra contra Tel Aviv, conflicto que terminará en 1949 con la victoria de Israel, y coloca al “borde del abismo” a toda la región como lo declaraba el Secretario General António Guterres. La “concretización de los peores escenarios” -como lo describía en Nueva York el Alto Representante de la Unión Europea Josep Borrell- ha revivido el clamor de la aplicación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que pide el cese de las hostilidades entre Israel y Hezbolá que sirvió como instrumento para finalizar la Guerra del Líbano del 2006. 

La ineficacia de las instituciones dentro de la gobernanza global ha quedado nuevamente expuesta. El desarrollo y fortalecimiento de una acción diplomática profiláctica resulta vital para la supervivencia de un sistema internacional. 

Existen dudas entre los analistas si las operaciones israelíes actuales persiguen fines similares a la Operación Litani, cuando en 1978, las fuerzas israelíes invadieron el sur del Líbano y ocuparon el territorio hasta el río Litani, con la excepción de Tiro, con el objetivo de alejar a los grupos armados de la frontera, que sería sucedida por la invasión a Beirut de en 1982 donde somete a la OLP que operaba en territorio libanés y que más tarde se transformaría en Hezbolá, que también se establecería como fuerza política en el Parlamento. La Guerra de los Siete Días en 1993 y los enfrentamientos del 2006 serían los últimos antecedentes en una escala similar a lo que se ve en este momento. 

En junio, el secretario general de la ONU, António Guterres, advertía que el Líbano no debe convertirse en «otra Gaza». La intensificación del conflicto entre Israel y Hezbolá arreciaba la semana pasado cuando miles de buscapersonas de empleados del grupo explotaron simultáneamente, matando a decenas de personas e hiriendo a miles. 

Casi en simultáneo, en Nueva York los líderes del mundo se reunían en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde Estados Unidos, Australia, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, el Reino Unido y Qatar y la Unión Europea pedían un alto el fuego “inmediato” de tres semanas a través de la frontera entre Líbano e Israel para proporcionar espacio para la diplomacia: «Hacemos un llamamiento a todas las partes, incluidos los gobiernos de Israel y Líbano, para que respalden el alto el fuego temporal de inmediato». En un primer momento diversas voces del ejecutivo de Netanyahu se negaban abiertamente, pero hoy pareciera que Israel estudia seriamente la propuesta. 

El temor de una mayor participación directa de Irán, la intensificación de la actividad de otros grupos insurgentes chiitas como los Hutíes en Yemen -y su riesgo existencial para la seguridad del Mar Rojo- resuena en tambores de guerra en una situación donde los civiles están pagando un “precio intolerable e inaceptable” como lo sentenciaba el Alto Representante de la UE Josep Borrell. 

Una guerra a gran escala debe ser evitada por todos los medios diplomáticos y políticos. La contención debe ser un imperativo y permitir acciones de desescalada no sólo en el sur del Líbano y norte de Israel, sino en la búsqueda de la implementación de la solución de los dos Estados y la ansiada paz en Gaza.

[email protected]