A 23  años del horror del 11-S

Escrito por:
Dylan J. Pereira
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De acuerdo a informaciones recogidas por Walter Laqueur, afamado historiador y periodista político estadounidense, el número de definiciones de terrorismo recogidas entre 1931 y 1981 alcanzaban las 109 a las que cabría agregar otra docena formuladas hasta hoy. Rafael Calduch Cervera, prominente catedrático español en el campo de las ciencias sociales, sostiene que el terrorismo configura: “Una estrategia de relación política basada en el uso de la violencia y de las amenazas de violencia por un grupo organizado, con objeto de inducir un sentimiento de terror o inseguridad extrema en una colectividad humana no beligerante y facilitar así el logro de sus demandas” 

Lo cierto es que el terrorismo es sin lugar a dudas una violación máxima a la dignidad humana y a los derechos fundamentales de todo ser humano, como lo son el derecho a la vida y la libertad. En un acto terrorista la violencia no es sólo destructiva sino simbólica; uno de los objetivos que persigue es generar un “terror colectivo” colocando al límite nuestros sistemas institucionales, mediante actos atroces, monstruosos realmente, con un componente psicológico fuertemente premeditado, traumático, valiéndose de los medios de comunicación masivo para su difusión y proyección global. El terrorismo representa uno de los mayores riesgos para la paz y la seguridad internacional. 

Hoy, a veinte y tres años de los atentados terroristas ocurridos en las ciudades de Nueva York y Washington (11-S) es importante no sólo condenar enérgicamente toda acción terrorista, independiente de la forma que adopte, donde quiere que ocurra, sino que es necesario hacer una lectura holística del día que consumó el terrorismo internacional de corte islámico fundamentalista-extremista y que cambió para siempre el orden global. Hoy el terrorismo sigue siendo uno de los modernos jinetes del apocalipsis. 

Los atentados al World Trade Center y contra el Pentágono del 11 de septiembre del 2001, dentro de la confusión y el pánico que causaron, donde fallecieron más de tres mil personas, fueron una declaración de guerra del yihadismo, abanderado por Al Qaeda en su momento, contra Occidente, contra el mundo libre, la democracia, la paz y seguridad internacional, los derechos humanos, la libertad, el sistema financiero mundial y la globalización, aunque paradójicamente surge en el marco de esta última. No fue al azar atacar al corazón financiero y político del modelo capitalista liberal. 

Al respecto John Gray, filósofo inglés y profesor de la London School of Economics, afirma en su obra “Al Qaeda y lo que significa ser moderno”, que los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 destruyeron el mito de Occidente. A su juicio Al Qaeda es un subproducto de la globalización que evoluciona en un contexto donde el crimen organizado ha adquirido una dimensión global; asevera que el islam radical es “moderno”. Es cierto que hay muchas maneras de ser modernos, y no siempre es sinónimo de avance y bienestar. 

Gray también sugiere la idea que el islamismo radical, se considera a sí mismo como un enemigo de los valores modernos. El autor cita la opinión de Karl Kraus sobre el psicoanálisis y afirma que el islam radical es un síntoma de la enfermedad de la que pretende ser la cura; es decir, sólo pudo haberse generado en el contexto que tanto crítica, y sus antecedentes y bases se remontan en ese mundo que tanto aborrece, usando precisamente técnicas y métodos bastantes modernos. 

EL 11S también significó un cambio de paradigma en cuanto a la coordinación de la respuesta de la Comunidad Internacional ante amenazas contra la seguridad internacional. En septiembre de 2001 la OTAN invocó, por primera vez en su historia, el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, en virtud del cual un ataque contra un Estado miembro de la Alianza es considerado como un ataque contra los demás Estados miembros, que quedan así obligados a prestar asistencia al aliado atacado. Así nace una guerra liderada por EEUU y la OTAN contra el terrorismo, enviando tropas a Asia Central, en especial a Afganistán donde el gobierno talibán del momento daba cobijo a Al Qaeda y su líder Osama Bin Laden; pero también la operación “Libertad duradera” evolucionaría en otros puntos de la región como lo fue la invasión a Irak en 2003. Era el famoso “Eje del mal” junto a Irán y Corea del Norte. Hoy sigue abierto el debate, y la investigación jurídica sobre los abusos en materias de derechos humanos cometidos por las tropas extranjeras contra la población civil afgana, e iraquí en el marco de estas operaciones militares; WikiLeaks abrió esa caja de Pandora

Este vigésimo aniversario se conmemora en un contexto marcado por la caótica retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, y por el temor de la irrupción de nuevos brotes de células terroristas en el país asiático. Hoy siguen estando vigentes las palabras de Nicole Fontaine presidente de la Comisión Europea en su discurso el 12 de septiembre del 2001: “Esta fecha supone igualmente el compromiso de la comunidad internacional para resolver pacíficamente los conflictos que alimentan y sustentan el fanatismo. (…) Este bárbaro ataque iba dirigido contra el mundo libre y contra nuestros valores comunes. Este acontecimiento marca un antes y un después, y nuestra vida ya no será la misma.” 

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