La Cumbre del Futuro y la necesidad de reformar Naciones Unidas

Escrito por:
Dylan J. Pereira
[email protected]

Uno de los meses más importantes para el multilateralismo es precisamente septiembre, cuando Nueva York se convierte año tras año en el epicentro global recibiendo a jefes de Gobierno y de Estado, activistas y ministros debaten los temas más apremiantes de nuestras sociedades, con la participación cada vez más protagónica de activistas, jóvenes, empresarios y otros actores de la sociedad civil. 

Este año el Debate General anual de alto nivel se desarrollará bajo el tema «No dejar a nadie atrás: actuar codo a codo para promover la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana en favor de las generaciones presentes y futuras» y estará presidido por un evento de especial atención, a saber, la Cumbre del Futuro.

Este 22 y 23 de septiembre de 2024 la “Cumbre del futuro: soluciones multilaterales para un mañana mejor” tiene como misión la negociación de un Pacto para el Futuro, pero sobre todo revitalizar un multilateralismo herido por una secuencia imparable de conmociones globales, conflictos bélicos desbocados, violaciones al derecho internacional y al derecho internacional humanitario, un momento de erosión democrática y de retroceso en el respeto de los derechos humanos en el mundo entero. 

La velocidad de los desafíos y conflictos internacionales, con múltiples focos, han sobrepasado claramente la capacidad del sistema institucional internacional actual.  Aunado a esto nos enfrentamos a una triple crisis mundial causada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. La ciencia es contundente, n las políticas y los compromisos actuales, se estima que el calentamiento global será de hasta 3 °C a lo largo del siglo, sentenciando así -de no ser más ambiciosos- los 1.5ºC pactados en la Cumbre de París. 

La brecha entre el espíritu y visión de los fundadores de la Carta de San Francisco y la realidad apremiante se ha intensificado.  Definir una hoja de ruta para el futuro es una tarea que nos compete como civilización que además se adentra aceleradamente a una nueva era marcada por la Inteligencia Artificial y sus repercusiones e influencia en cada aspecto de nuestra sociedad. 

Una meta clara de este crucial evento es viabilizar y concertar una necesaria reforma a las instituciones internacionales -en particular el Consejo de Seguridad- para aumentar una efectividad cada vez más cuestionada. El Pacto del Futuro contendrá cinco capítulos que cubren el desarrollo sostenible y la financiación relacionada; la paz y la seguridad; la ciencia, la tecnología y la innovación; la juventud y las generaciones futuras, y la transformación de la gobernanza mundial.

El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres afirmó “No podemos crear un futuro adecuado para nuestros nietos con sistemas construidos para nuestros abuelos. La Cumbre del Futuro es un primer paso esencial para hacer que las instituciones mundiales sean más legítimas, eficaces y adecuadas para el mundo de hoy y de mañana.”

En efecto es momento de dar paso a un nuevo modelo de gobernanza mundial más equitativo y transparente, que reivindique las demandas de representatividad de un Sur Global mayoritariamente excluido, que propicie la reforma de la arquitectura financiera internacional, que provea un renovado sistema de financiación para el desarrollo sostenible, un multilateralismo revitalizado capaz de incorporar nuevas voces de actores relevantes como la juventud o las ciudades, anticipar amenazas, y revitalizar la paz y seguridad internacional como pilar de las relaciones internacionales. 

Otro tema fundamental, es un cambio necesario del paradigma de desarrollo y su medición. Tradicionalmente los sistemas de cooperación y de desarrollo han utilizado el PIB como indicador universal para medir el desarrollo de los países. Si bien aporta datos importantes, excluye elementos como el bienestar humano, la desigualdad o la sostenibilidad medioambiental. Existen alternativas interesantes como el Índice para una Vida Mejor propuesto por OCDE o Índice de Desarrollo Humano (IDH) que aportan una visión multidimensional y holística con mayor capacidad de aprehender la complejidad de este fenómeno.

Restaurar la confianza en la diplomacia y el multilateralismo es un desafío colosal. La realidad geopolítica está marcada por la fragmentación y la confrontación, diametralmente opuesto al paradigma de fraternidad universal y solidaridad al que debemos apuntar. Las terribles situaciones en Ucrania, Gaza, Sudán y más allá nos recuerdan la urgencia de rescatar la valía del derecho internacional y los valores de la Carta de Naciones Unidas hoy sometidos a profundas y sistemáticas violaciones. El llamado por el respeto del Derecho Internacional Humanitario debe ser preponderante y permanente. 

En este preciso momento más de 120 millones de personas en el mundo se encuentran desplazadas de sus hogares al haberse visto forzadas a huir por la guerra, la violencia y la persecución, según la agencia de la ONU para refugiados, ACNUR. Esta cifra supone un aumento del 8% con respecto al año anterior y representa un máximo histórico desde que la organización comenzó a llevar registros. El hecho que el 40% de los desplazados sean menores solo aumenta el horror de está tragedia.

Ante este panorama, cuando innumerables fracasos como civilización nos apremian, parece prudente recordar a Martin Luther King: “Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto”

[email protected]