Las áreas de información y de comunicación se han potenciado gracias al avance de la tecnología, desarrollando lo que se conoce como tecnología de información y comunicación o abreviado TIC, que ha transformado y mejorado los procedimientos de administración, gestión, intercambio y transmisión de información. Brevemente se puede decir que son todas aquellas herramientas que se encuentran integradas a un sistema de información de redes interconectado y complementario, que brindan al usuario cientos de ventajas como por ejemplo el aprendizaje interactivo a través de diversos medios como los blogs informativos, el entretenimiento gracias a los dispositivos móviles y aparatos electrónicos como la televisión, una comunicación veloz a través de herramientas como el correo electrónico y el fácil acceso a todo tipo de información de contenidos, que se encuentre en cualquier tipo de formato.
La política moderna está atravesada por procesos de interacción con los medios de comunicación masiva y con los medios con base en Internet, principalmente redes sociales lo que ha generado nuevos tipos de discursos políticos y nuevos modos de hacer por ejemplos campañas electorales.
Este proceso ha venido evolucionando desde finales del S. XX y ha ido madurando hasta lo que se consolida hoy como el proceso de digitalización de la política que genera nuevas prácticas y nuevos modos del hacer y decir de la política. En sus estudios en España, (Dader,2003) “vislumbra una democracia replicante, puesto que una parte del público se suma al diálogo político mediante la interpelación que le permiten los nuevos medios.” Es decir, se hace referencia a la multiplicación de emisores de contenidos políticos digitales.
Las redes sociales digitales han originado recursos tecnológicos relevantes en las sociedades contemporáneas, en particular entre los jóvenes. Su relevancia para la acción colectiva o las dinámicas políticas institucionales se inserta en el amplio debate acerca del impacto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la política tradicional.
De este modo, los discursos de los políticos en las redes sociales conviven con los discursos políticos de los ciudadanos que, por primera vez en la historia de la mediatización, acceden al espacio público sin los periodistas como intermediarios. Asimismo, la política contemporánea está atravesada por nuevas formas de participación ciudadana, que han dado lugar a la democracia continúa, concepto introducido por el profesor Isidoro Cheresky (2015) cuya esencia es la vida ciudadana que no podría transcurrir sin un dispositivo institucional, pero ella no se desenvuelve en «su interior». El voto no es “como era en el pasado, una cesión de derechos políticos hasta la siguiente disputa electoral”, puesto que cada decisión del gobierno puede desencadenar una “reacción ciudadana virtual” (Cheresky,2015 p. 23).
Asimismo, en las últimas décadas se produjo una transición desde una democracia de partidos hacia una de audiencias (Manin 1999), ya que se debilitaron los lazos partidarios, se generó un proceso de personalización de la política, hasta , el punto que cada internauta se veía en la necesidad de participar en la política y en cierta manera personalizarla y hubo una diversificación en las preferencias de los ciudadanos.
Un caso icónico, que podría repetirse, fue el triunfo del candidato republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses del 8 de noviembre de 2016, que demuestra cómo las TICs pueden ayudar o hundir a un candidato en su campaña electoral. Trump se quejó del respaldo de los medios de comunicación a Clinton. Al menos cincuenta y siete de los cien diarios de mayor circulación del país norteamericano apoyaron de forma explícita a la exsenadora y apenas dos, por el magnate neoyorquino. En base a esto, se podría pensar como absurdo que alguien sin apoyo de la prensa, y en su mayoría a espaldas de las cadenas televisivas, lograse ganar. La fortaleza tecnológica de Trump fue Twitter.
Otro aspecto medular es que actualmente, la legitimidad de las decisiones de los políticos está en juego de manera permanente, permitiendo una mayor contraloría social. Los discursos en contextos electorales exigen explicaciones a distintos sujetos sociopolíticos con diferentes relaciones con las instituciones políticas: los que protestan sin dirigirse a ningún interlocutor determinado -como los indignados españoles o los caceroleros de 2012 en Argentina-; los movimientos de rechazo con efectos específicos en el sistema representativo -como los que generaron las protestas en Túnez que desencadenaron en derrocar al dictador Ben Alí.
Esta revolución digital tiene implicaciones eminentes en la gobernanza. La introducción de la Inteligencia Artificial (IA) en el sector público abre nuevos escenarios tanto para los profesionales como para los investigadores. Los procesos automatizados de toma de decisiones administrativas se están expandiendo, y la IA (a través del aprendizaje automático o machine learning) proporciona formas más matizadas de tomar decisiones en circunstancias complejas. De acuerdo con Mikhaylov, Esteve & Campion (2018) muchas organizaciones del sector público están cada vez más interesadas en utilizar la ciencia de datos y las capacidades de la IA para implementar políticas y generar eficiencias en entornos de alta incertidumbre.
Claro está que la digitalización de la política es un proceso plagado de más incertidumbres y certezas, abriéndose un nuevo horizonte de oportunidades y desafíos, donde será vital la reflexión analítica y un accionar moral para preservar los valores fundamentales de la democracia.