«No somos los únicos ganadores: la ganadora es nuestra nación con todas sus partes que la componen. La democracia es la ganadora.” declaró Recep Tayyip Erdogan tras ser reelegido Presidente de la República de Turquía en su triunfo durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado domingo 28 de mayo.
Turquía, que cumple sus primeros 100 años como República, ahora continúa su travesía histórica de la mano del presidente Tayyip Erdogan, quien ha gobernado el país desde hace ya dos décadas y que ahora revalida su Gobierno por 5 años más.
La elección que era vista como uno de los mayores desafíos políticos de Erdogan, con la oposición confiada en una posible victoria derivada de la crisis inflacionaria y los devastadores terremotos de febrero, reforzó la imagen de invencibilidad de Erdogan al prevalecer con el 52,2% de los votos frente al 47,8% del opositor Kemal Kilicdaroglu.
Durante la primera ronda de la elección algunos observadores predecían el cambio de panorama político, pero, después de que el presidente turco estuvo a un paso de ser reelegido en esa votación, su victoria en la segunda ronda era previsible.
Un juego de identidad
Tras la victoria, el presidente Recep Tayyip Erdogan enfocó su discurso en inversiones en transporte, energía e infraestructura; promesas para reconstruir zonas destruidas por los terremotos; críticas a la prensa occidental, y planes para mejorar la economía. Sin embargo, durante la contienda electoral Erdogan logró redirigir al electorado a cuestiones de identidad más allá de las circunstancias socioeconómicas.
La guerra cultural ha marcado la política turca desde que Mustafa Kemal Ataturk convirtió al país en un estado-nación moderno en 1923, introduciendo un secularismo estricto mientras transformaba Turquía siguiendo líneas occidentalizadas. Erdogan, como jefe del Partido AK, de raíces islamistas, apeló a los votantes con una retórica nacionalista donde lo simpatizantes lo identifican como su campeón en esta guerra cultural.
Erdogan también instrumentaliza durante la campaña la larga lucha de Turquía contra el grupo militante kurdo PKK , que ha librado una guerra contra el estado turco, clasificado como grupo terrorista por la UE y Estados Unidos, así como por Turquía. A tales efectos, Erdogan se apegó a un tema principal de su campaña al acusar a su contendiente Kilicdaroglu y a la oposición de ponerse del lado de los terroristas, dado que el principal partido pro kurdo de Turquía, Partido Democrático Popular (HDP), acusado de vínculos con militantes kurdos, lo cual niega, se contaban entre los aliados del opositor.
La heterogénea coalición de seis partidos detrás de la candidatura de Kemal Kilicdaroglu representaba un desafío tremendo para el candidato opositor, que incluía al HDP y al nacionalista Partido del Bien. Estas alianzas de la oposición aportaron ventajas y desventajas. Por un lado aumentaban la popularidad de Kilicdaroglu y por otro impedian la inclusión de nuevos adeptos por encontrar puntos de desacuerdo “no negociables” para muchos votantes.
Asimismo, Kilicdaroglu contaba con lo que puede clasificarse como una “coalición tambaleante” enmarcada por una línea política poco clara como después de su actuación en la primera ronda, cuando obtuvo el apoyo de Umit Ozdag del Partido Nacionalista de la Victoria y adoptó una línea dura sobre el tema kurdo, lo que evidentemente costó los votos pro kurdos que Kilicdaroglu necesitaba.
Legitimidad y democracia
Erdogan durante su discurso de victoria señaló “Nadie ha perdido hoy: 85 millones de personas han ganado». Su rival, Kemal Kilicdaroglu, dijo que fue «la elección más injusta en años», pero no cuestionó el resultado. Los seis dirigentes de la oposición comparecieron también reconociendo la derrota. Asimismo, la oposición no denunció irregularidades en la noche electoral.
Las elecciones generales de Turquía, caracterizadas por una alta participación, estuvieron bien gestionadas y ofrecieron a los votantes la posibilidad de elegir entre alternativas políticas genuinas. Casi 61 millones de electores se registraron para votar en el país, así como 3,5 millones en el extranjero, en una elección que se llevó a cabo en el contexto de los devastadores terremotos de este año. Las autoridades tomaron algunas medidas para permitir que los afectados por los terremotos participaran en las elecciones, pero a pesar de estos y otros esfuerzos de la sociedad civil y los partidos políticos, un alto número de estos votantes enfrentó dificultades para votar.
La observación electoral internacional de las elecciones generales en Turquía totalizó 401 observadores de 40 países, compuesta por 264 expertos desplegados por la OIDDH, observadores a corto y largo plazo, 98 de la Autoridad Palestina de la OSCE y 39 de PACE.
Turquía y la agenda global 2023
Las felicitaciones llegaron desde Washington a Moscú. Entre ellos, también se sumaron el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski; el de Francia, Emmanuel Macron, el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y también la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
El presidente Joe Biden se refirió a su homólogo turco en twitter y declaró «Espero que sigamos trabajando juntos como aliados de la OTAN en asuntos bilaterales y retos globales compartidos», sin mencionar las recientes tensiones en la relación bilateral. Mientras, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, felicitó a Erdogan por su victoria en la segunda vuelta de la elecciones presidenciales y destacó que su reelección al frente de Turquía es una prueba del apoyo popular a sus políticas, añadiendo: «Me gustaría confirmar nuestra disposición a continuar nuestro diálogo constructivo sobre temas de actualidad en la agenda bilateral, regional e internacional»
La continuidad de Erdogan reafirma su posición estratégica e influyente en la agenda global. Especialmente, en la prioridad geopolítica más apremiante de Occidente, la guerra en Ucrania, donde Turquía podría llegar a integrarse como mediador entre Ucrania y Rusia, como lo ha sugerido el presidente turco en varias ocasiones. La derrota de Kilicdaroglu probablemente es motivo de preocupación entre los aliados de Turquía en la OTAN que se han alarmado por las relaciones amistosas de Erdogan con el presidente ruso.
La victoria de Erdogan también podría tener consecuencias decisivas para los aproximadamente 3,6 millones de refugiados sirios en Turquía, ya que, entre las políticas de su gobierno se promueven los planes para construir cientos de miles de viviendas en el norte de Siria (zonas controladas por Turquía) que buscan facilitar el regreso voluntario de migrantes.
Como el tercer y último mandato de Erdogan, existe una gran expectativa sobre los pasos que marcarán el legado del presidente en Turquía y cómo redirigirá las políticas económicas de Turquía para «eliminar los problemas relacionados con la subida de precios causada por el aumento de la inflación y compensar las pérdidas de bienestar» , como proclamaba en su discurso el pasado domingo.