Nos adentramos hacia el último trimestre del año 2024, un año de elecciones -más de 4 000 millones de personas hemos sido o serán convocadas a las urnas electorales en los centros de influencia global más prominentes como Washington DC o Bruselas- transformaciones en las dinámicas y lógicas de acción en escena internacional donde lejos de encontrar estabilidad, se multiplican los focos de inestabilidad y conflicto a escala local, regional con amenaza de tornarse globales, colocando al límite la resistencia de las reglas y principios que durante siete décadas se han orientado a la consolidación de un marco jurídico, político y axiológico de gobernanza universal como es el caso de la Carta de San Francisco de 1945 donde se va positivizando y fraguando un ideal de “seguridad colectiva” introducida en la extinta Sociedad de Naciones; la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 que en su preámbulo parte de un reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; o el caso del Acta Final de Helsinki de 1975 de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa que configura la arquitectura de seguridad europea que hoy diversos autores aseveran han caducado, o al menos forzados a revisión.
Hoy al constatar enfrentamientos enquistados en la Franja de Gaza, donde el clamor (cuasi) global de un cese al fuego, liberación de los rehenes, e ingreso de ayuda humanitaria -propuesto como fórmula de paz del presidente Biden- no ha sido suficiente para dar paso a los moderados y aislar a los radicalismos, la incesante acción diplomática del Secretario Blinken y de la diplomacia europea liderada por el Alto Representante Josep Borrell concentran sus esfuerzos en coordinación con socios estratégicos regionales como Qatar, Egipto y Jordania para intentar mediar entre las partes e incluso avizorar “el día después” de la guerra, en apoyo al fortalecimiento de la Autoridad Palestina, y por supuesto las necesarias garantías de seguridad para Israel. A lo interno Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades israelíes han vivido impresionantes movilizaciones espontáneas en rechazo a la administración de Netanyahu -quien se aferra al control del llamado Corredor de Filadelfia en la frontera con Egipto tensando un caldeado panorama regional-, sumado a llamados a huelgas sindicales que exigen la firma de un acuerdo que conduzca a la liberación de los rehenes secuestrados por Hamas.
En Europa, la incesante guerra de agresión de Rusia contra Ucrania se conjuga a una “guerra híbrida” por parte del Kremlin que viola todos los Principios de Helsinki, así como la “Declaración sobre los principios de derecho internacional que deben guiar las relaciones entre los Estados” de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1970, que incrementan los motivos de esta angustia vital de Kierkegaard que vivimos hoy.
Kiev debe lidiar hoy también con un proceso de reestructuración gubernamental que supone desafíos. Andriy Sybiha, actual viceministro de Relaciones Exteriores y ex subjefe de la oficina del presidente sustituirá al saliente Ministro de Exteriores Kuleba, cuyo liderazgo ha sido esencial en relaciones claves como Washington, Bruselas, Londres y Berlín, capitales cuyo apoyo militar y financiero es y seguirá siendo esencial. Estos procesos van en sintonía con las necesarias reformas a las que se ha estado sometiendo Kiev en su camino de acceso a la Unión Europea, para el cumplimiento de los denominados criterios de Copenhague referido a Estado de Derecho y transparencia, economía y finanzas, democracia y derechos humanos, esenciales en el complejo proceso de ampliación.
El partido del presidente Zelensky ganó la mayoría parlamentaria en 2019, por lo que Zelenskyy tiene derecho a reunir al gobierno. La ley marcial, que permanece en vigor mientras Ucrania lucha contra la invasión de Rusia, otorga al presidente más poderes constitucionales. En el plano militar, Kiev tiene la autorización de algunos de los principales aliados para atacar objetivos en suelo ruso con armamento de las potencias occidentales, pero solo bajo ciertas condiciones, ante el temor de varios países sobre una posible escalada del conflicto con Moscú. La cooperación de Ucrania con la OTAN sigue siendo vital.
Por otro lado, los venideros comicios presidenciales en Estados Unidos serán determinantes no sólo para el país norteamericano sino para la dinámica global, desde el estatus y alcance de las relaciones transatlánticas hasta el horizonte de las relaciones con el Indo-Pacífico. El avance de intención de voto de la vicepresidenta Harris en estados claves como Michigan, Pensilvania y Wisconsin, vislumbra una ligera ventaja demócrata frente al partido republicano liderado por el expresidente Trump, pero una creciente masa de votantes independientes, así como la volatilidad geopolítica y financiera, dificulta -de momento- tener cualquier certeza.
Este breve repaso por la escena global busca alertar de un maniqueísmo que busca camuflar las complejidades intrínsecas de los procesos geopolíticos, sociales y económicos globales, en un momento de profunda desorientación e incertidumbre global que requiere de un liderazgo responsable y la coordinación de todos los actores por reestablecer la paz y la seguridad internacional.